Degustar bombones venezolanos es un excelente plan de domingo por los predios de la Hacienda La Trinidad en Caracas. Placeres en familia aprovechados también por los niños que quedan abstraídos por las jarcias Ecolianas de Gabriela Rodríguez mientras se hace viaje al Secadero N°5 .
Bombones Inefables.
Trataré de explicar a través de los sentidos qué es degustar bombones venezolanos preparados con cacao de origen, pero hay que asistir y hacer que les pertenezca.
Olfato.
Al Entrar al secadero N°5 renuncié a todo lo anterior, y atrapé lo que se encapsulaba dentro del espacio. Es una percepción de los olores conocidos: cacao y los que están por descubrirse: bombones de mango, cilantro, guarapita, catara, sal, sarrapia, merken.
Vista.
Dejarse llevar por el aroma a chocolate mientras la sinestesia hace de las suyas. La disposición de las tabletas, su colorido brillante sobre los anaqueles de madera, todos los granos, frutos y especies posibles se esconden dentro de los bombones o van esparcidos en el liso oscuro del chocolate. El laboratorio está en el piso superior y es visitable. A través del vidrio se revela el trabajo entusiasta y bucólico de la transformación de lo mejor de la Tierra de Gracia en un ornato comestible.
Oído.
Un concierto de percusión sale de la máquina para preparar chocolate, caliente, sin casi leche y con muy poca azúcar. Hay que degustarlo en las mesitas afuera con el concierto ambiente hecho por pájaros, brisa y niños correteando, incluso los míos.
Tacto.
No hay ensayo ni improvisación en la disposición de bombones y tabletas. Están en los anaqueles ubicados para poderlos tocar sin dudas, pero siempre con sutileza. Tablitas de sabor, potecitos de manteca para untar, tazas calientes y los bombones, reliquias que como el mar en la orilla, se desliza entre los dedos.
Gusto.
Recomiendo hacer una pausa entre bocado y bocado. Picante, salado, ácido, tradicional, propio y ajeno, es una junta epifánica que favorece más al reincidente. Este sentido, el del gusto, es lo que realmente distingue la visita al chocolate por dentro.
Serendipia.
La fortuna de contar con un espacio como este se debe principalmente a la Chocolatera María Fernanda Di Giacobbe. Encargada de honrar los paladares curiosos desde hace tres décadas, logra que todas las técnicas de preparación del chocolate tengan sabor venezolano. Reconocida por parte de la Academia Venezolana de Gastronomía con el Gran Tenedor de Oro 2015 que premia su estudio sobre el cacao. Más allá de eso puedo dar fe de cómo se cuela entre el chocolate, matices de humildad y entrega en los rellenos de cada pieza.
Pregunte por todo, que Iru y Richard, Con delicadeza refulgente lo pondrá a probar y a degustar bombones. Así se construye un domingo de sentidos y degustación. Dejo un impromptu, pero en cuatro actos: chocolate de Merkén: una tableta con picante chileno ahumado. Bombones de mango con cilantro: la fibra del mango, la textura del cilantro. Bombones de Sarrapia, una suerte de vainilla venezolana y Bombones de sal marina, que hace de las palabras algo inefable.