¿Todos Los niños comen panquecas?
Sí.
Y Por qué?
Porque son ricas.
Así podría comenzar un domingo familiar en cualquier cocina del mundo. Sobre todo si hay niños tras la conquista de un desayuno con panquecas.
“Los hijos son la alegría de la vida, y A los chicos hay que decirles siempre la verdad”.
Sazonado y en su punto, Marcos Mundstock parodiaba estos consejos para Padres, mientras apuntaba con gracia un cándido listado de falsas sentencias:
Mirá nené: si no tomás toda la sopa voy a llamar al hombre de la bolsa. Señora… ¿y si el hombre de la bolsa tampoco quiere tomar la sopa?”
Verbigracia, la explicación de por qué el desayuno es cosa de los papás. Y de la harina también. Los polvos mágicos del trigo pueden convertir todo en una delicia.
Para hacer el desayuno más rico del mundo se necesita:
Niño o Niña, la cantidad que desee.
Para comenzar el concierto de percusión culinaria, papá se dirige al escenario, toma la batuta y coloca la sartén untada de aceite sobre la estufa. A fuego medio. En un recipiente profundo agregar la harina de trigo y el huevo. Mezclar con un batidor manual. Cosa de niños. Agregar el resto de los ingredientes combinados con el agua o la leche. Eso es fácil, pero hay que hacerlo con cuidado para que sea divertido. La mezcla de panquecas quedará suave y cremosa.
Con un cucharón verter una capa delgada de mezcla de panquecas sobre la sartén caliente. Cuando le salen hoyitos se voltea la panqueca con una espátula o escudilla. Cualquier papá sabe que la panqueca debe estar dorada. Sacarla de la sartén y comenzar de nuevo hasta obtener una torre alta.
Mariana se come cuatro
Matías se come seis
Camila se come cinco
Nico se come tres
Manuela se come tres
Sebastián se come cuatro.
“Los hijos son la alegría de la vida, y A los chicos hay que decirles siempre la verdad”.
